REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Jesús cambiando el agua en vino en las bodas de Caná, revela el amor del Padre y la profundidad de su relación con los hombres, explicó Francisco en la Catequesis del 8 de junio de 2016. Y pidió que “recibiendo del corazón de Jesús la gracia que nos salva, hagamos de nuestra vida cristiana una continua respuesta de amor a Dios, nutriéndonos de su palabra de vida y compartiendo con todos el vino nuevo de la nueva alianza”.
Con este milagro Jesús se presenta “como esposo del Pueblo de Dios, y nos une a él con una nueva alianza de amor, que nosotros, su familia, tenemos que custodiar y extender a todos”.
El vino es un elemento típico del banquete mesiánico y simboliza la abundancia del banquete y la alegría de la fiesta. Por eso Jesús, al convertir el agua de las purificaciones rituales en vino nuevo, realiza un gesto elocuente: transforma la ley de Moisés en Evangelio portador de alegría.
¿Qué pensás y sentís sobre esto?
El Obispo de Roma pidió “que recibiendo del corazón de Jesús la gracia que nos salva, hagamos de nuestra vida cristiana una continua respuesta de amor a Dios, nutriéndonos de su palabra de vida y compartiendo con todos el vino nuevo de la nueva alianza.”

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