REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
El ciego de Jericó del Evangelio, curado por Jesús, representa tristemente a tantas personas que, aún hoy, sufren discriminación y rechazo por parte de los demás. En lugar de encontrar compasión y ayuda del prójimo, como pide la ley que Dios dio a su pueblo, halla en cambio insensibilidad y rechazo, denunció Francisco el 15 de junio de 2016. “Como entonces, también ahora la indiferencia y la hostilidad causan ceguera y sordera, que impiden percibir las necesidades de los hermanos y reconocer en ellos la presencia del Señor”.
“En contraste con esta actitud –afirmó el Obispo de Roma-, Jesús que pasa, no es indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiere encontrarlo e invoca su ayuda. Y el Señor, como humilde servidor, escucha la súplica del ciego y le devuelve la vista. Gracias a su fe, el hombre ve, pero sobre todo, experimenta el amor de Dios que, en Jesús, se hace siervo del hombre pecador”.
Francisco pidió a Dios con los fieles y peregrinos “que Cristo, en el que brilla la fuerza de la misericordia de Dios, ilumine y sane también nuestros corazones, para que aprendamos a estar atentos a las necesidades de nuestros hermanos y celebremos las maravillas de su amor misericordioso”. @jesuitaguillo
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