miércoles, 30 de noviembre de 2016

Crisis antropológica: ¿Enfermedad de la razón?

Diálogos de Radio Vaticano, con el padre Sergio Moreno

La crisis antropológica que caracteriza nuestro mundo contemporáneo es objeto sistemático de denuncia, desde hace algunas décadas, por parte de filósofos, psicólogos, sociólogos, historiadores, moralistas e incluso teólogos. Si quisiéramos encontrar el porqué de dicha crisis, quizá tendríamos que remontarnos al racionalismo del setecientos, siguiendo paso a paso su evolución —compleja y ambivalente— a lo largo del iluminismo y del positivismo del ochocientos, para llegar finalmente a su desenlace crítico en el presente siglo, que también es rico en matices, no encasillable ni en un bloque racionalista monolítico y unívoco, ni tampoco, en el extremo opuesto, en un irracionalismo absurdo, desesperado, escéptico respecto del sentido de la vida que le fue legado por sus antecesores.

El hombre se encuentra en crisis existencial debido a la falta de identidad dada por la indiferencia y falta de amor hacia el otro. La vida que lleva el hombre es problemática debido a los procesos de deshumanización causados por el enfoque individualista de la modernidad. La angustia existencial crea la necesidad de una reflexión urgente acerca de qué significa ser hombre. 

30 de noviembre


Empujados por el Espíritu para la Misión

(RV).- El Papa Francisco incentiva a las nuevas vocaciones. Y, en un mensaje para la 54 Jornada mundial de oración por las Vocaciones del próximo 7 de mayo con el tema ‘Empujados por el Espíritu para la Misión’, el Obispo de Roma implora "del alto nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

El Pueblo de Dios tiene necesidad de ser guiado por pastores que gastan su  vida al servicio del Evangelio, recuerda el Santo Padre, que anima “con fuerza a vivir esta profunda amistad con el Señor, sobre todo para implorar de Dios nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada”.

Francisco recalca que el Pueblo de Dios necesita ser guiado por pastores que gasten su vida al servicio del Evangelio. Por eso, pide a las comunidades parroquiales, a las asociaciones y a los numerosos grupos de oración presentes en la Iglesia que, frente a la tentación del desánimo, “sigan pidiendo al Señor que mande obreros a su mies y nos dé sacerdotes enamorados del Evangelio, que sepan hacerse prójimos de los hermanos y ser, así, signo vivo del amor misericordioso de Dios”.

Texto del Mensaje del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas

En los años anteriores, hemos tenido la oportunidad de reflexionar sobre dos aspectos de la vocación cristiana: la invitación a «salir de sí mismo», para escuchar la voz del Señor, y la importancia de la comunidad eclesial como lugar privilegiado en el que la llamada de Dios nace, se alimenta y se manifiesta.

Ahora, con ocasión de la 54 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, quisiera centrarme en la dimensión misionera de la llamada cristiana. Quien se deja atraer por la voz de Dios y se pone en camino para seguir a Jesús, descubre enseguida, dentro de él, un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos, a través de la evangelización y el servicio movido por la caridad. Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio. El discípulo, en efecto, no recibe el don del amor de Dios como un consuelo privado, y no está llamado a anunciarse a sí mismo, ni a velar los intereses de un negocio; simplemente ha sido tocado y trasformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia solo para sí: «La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera» (Exht. Ap. Evangelium gaudium, 21).

Por eso, el compromiso misionero no es algo que se añade a la vida cristiana, como si fuese un adorno, sino que, por el contrario, está en el corazón mismo de la fe: la relación con el Señor implica ser enviado al mundo como profeta de su palabra y testigo de su amor.

Aunque experimentemos en nosotros muchas fragilidades y tal vez podamos sentirnos desanimados, debemos alzar la cabeza a Dios, sin dejarnos aplastar por la sensación de incapacidad o ceder al pesimismo, que nos convierte en espectadores pasivos de una vida cansada y rutinaria. No hay lugar para el temor: es Dios mismo el que viene a purificar nuestros «labios impuros», haciéndonos idóneos para la misión: «Ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado. Entonces escuché la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?”. Contesté: “Aquí estoy, mándame”» (Is 6,7-8).

Todo discípulo misionero siente en su corazón esta voz divina que lo invita a «pasar» en medio de la gente, como Jesús, «curando y haciendo el bien» a todos (cf. Hch 10,38). En efecto, como ya he recordado en otras ocasiones, todo cristiano, en virtud de su Bautismo, es un «cristóforo», es decir, «portador de Cristo» para los hermanos (cf. Catequesis, 30 enero 2016). Esto vale especialmente para los que han sido llamados a una vida de especial consagración y también para los sacerdotes, que con generosidad han respondido «aquí estoy, mándame». Con renovado entusiasmo misionero, están llamados a salir de los recintos sacros del templo, para dejar que la ternura de Dios se desborde en favor de los hombres (cf. Homilía durante la Santa Misa Crismal, 24 marzo 2016). La Iglesia tiene necesidad de sacerdotes así: confiados y serenos por haber descubierto el verdadero tesoro, ansiosos de ir a darlo a conocer con alegría a todos (cf. Mt 13,44).

Ciertamente, son muchas las preguntas que se plantean cuando hablamos de la misión cristiana: ¿Qué significa ser misionero del Evangelio? ¿Quién nos da la fuerza y el valor para anunciar? ¿Cuál es la lógica evangélica que inspira la misión? A estos interrogantes podemos responder contemplando tres escenas evangélicas: el comienzo de la misión de Jesús en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,16-30), el camino que él hace, ya resucitado, junto a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35), y por último la parábola de la semilla (cf. Mc 4,26-27).

Jesús es ungido por el Espíritu y enviado. Ser discípulo misionero significa participar activamente en la misión de Cristo, que Jesús mismo ha descrito en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18). Esta es también nuestra misión: ser ungidos por el Espíritu e ir hacia los hermanos para anunciar la Palabra, siendo para ellos un instrumento de salvación.

Jesús camina con nosotros. Ante los interrogantes que brotan del corazón del hombre y ante los retos que plantea la realidad, podemos sentir una sensación de extravío y percibir que nos faltan energías y esperanza. Existe el peligro de que veamos la misión cristiana como una mera utopía irrealizable o, en cualquier caso, como una realidad que supera nuestras fuerzas. Pero si contemplamos a Jesús Resucitado, que camina junto a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-15), nuestra confianza puede reavivarse; en esta escena evangélica tenemos una auténtica y propia «liturgia del camino», que precede a la de la Palabra y a la del Pan partido y nos comunica que, en cada uno de nuestros pasos, Jesús está a nuestro lado. Los dos discípulos, golpeados por el escándalo de la Cruz, están volviendo a su casa recorriendo la vía de la derrota: llevan en el corazón una esperanza rota y un sueño que no se ha realizado. En ellos la alegría del Evangelio ha dejado espacio a la tristeza. ¿Qué hace Jesús? No los juzga, camina con ellos y, en vez de levantar un muro, abre una nueva brecha. Lentamente comienza a trasformar su desánimo, hace que arda su corazón y les abre sus ojos, anunciándoles la Palabra y partiendo el Pan. Del mismo modo, el cristiano no lleva adelante él solo la tarea de la misión, sino que experimenta, también en las fatigas y en las incomprensiones, «que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 266).

Jesús hace germinar la semilla. Por último, es importante aprender del Evangelio el estilo del anuncio. Muchas veces sucede que, también con la mejor intención, se acabe cediendo a un cierto afán de poder, al proselitismo o al fanatismo intolerante. Sin embargo, el Evangelio nos invita a rechazar la idolatría del éxito y del poder, la preocupación excesiva por las estructuras, y una cierta ansia que responde más a un espíritu de conquista que de servicio. La semilla del Reino, aunque pequeña, invisible y tal vez insignificante, crece silenciosamente gracias a la obra incesante de Dios: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo» (Mc 4,26-27). Esta es nuestra principal confianza: Dios supera nuestras expectativas y nos sorprende con su generosidad, haciendo germinar los frutos de nuestro trabajo más allá de lo que se puede esperar de la eficiencia humana.

Con esta confianza evangélica, nos abrimos a la acción silenciosa del Espíritu, que es el fundamento de la misión. Nunca podrá haber pastoral vocacional, ni misión cristiana, sin la oración asidua y contemplativa. En este sentido, es necesario alimentar la vida cristiana con la escucha de la Palabra de Dios y, sobre todo, cuidar la relación personal con el Señor en la adoración eucarística, «lugar» privilegiado del encuentro con Dios.

Animo con fuerza a vivir esta profunda amistad con el Señor, sobre todo para implorar de Dios nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. El Pueblo de Dios necesita ser guiado por pastores que gasten su vida al servicio del Evangelio. Por eso, pido a las comunidades parroquiales, a las asociaciones y a los numerosos grupos de oración presentes en la Iglesia que, frente a la tentación del desánimo, sigan pidiendo al Señor que mande obreros a su mies y nos dé sacerdotes enamorados del Evangelio, que sepan hacerse prójimos de los hermanos y ser, así, signo vivo del amor misericordioso de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, también hoy podemos volver a encontrar el ardor del anuncio y proponer, sobre todo a los jóvenes, el seguimiento de Cristo. Ante la sensación generalizada de una fe cansada o reducida a meros «deberes que cumplir», nuestros jóvenes tienen el deseo de descubrir el atractivo, siempre actual, de la figura de Jesús, de dejarse interrogar y provocar por sus palabras y por sus gestos y, finalmente, de soñar, gracias a él, con una vida plenamente humana, dichosa de gastarse amando.

María Santísima, Madre de nuestro Salvador, tuvo la audacia de abrazar este sueño de Dios, poniendo su juventud y su entusiasmo en sus manos. Que su intercesión nos obtenga su misma apertura de corazón, la disponibilidad para decir nuestro «aquí estoy» a la llamada del Señor y la alegría de ponernos en camino, como ella (cf. Lc 1,39), para anunciarlo al mundo entero

Vaticano, 27 de noviembre de 2016

Primer Domingo de Adviento

 

 

  


Mensaje del Papa a Bartolomé I en la fiesta de San Andrés: Signos visibles de los lazos que ya nos unen

En fiesta de San Andrea, Patrono de la Iglesia de Constantinopla, el Papa Francisco dirigió un mensaje al hermano Bartolomé I que junto a todo el Patriarcado hoy celebra a su santo Patrono. Como cada año, también en esta ocasión una delegación de la Santa Sede, encabezada por el Cardenal Kurt Koch, se encuentra en Estambul por la Fiesta del Patriarcado Ecuménico. Una visita que el Patriarcado devuelve cada 29 de junio enviando a Roma una delegación por la Fiesta de los Santos Patronos Pedro y Pablo. En el mensaje transmitido al Patriarca, Francisco recuerda la importancia de este intercambio de delegaciones que es “un signo visible de los vínculos profundos” que ya unen a las dos Iglesias y que “es también una expresión de nuestro anhelo de una comunión cada vez más profunda, hasta el día en que, si Dios quiere, podamos testimoniar nuestro amor el uno por el otro compartiendo la misma mesa eucarística”.  El Pontífice señala que en el camino hacia esta meta,  están sostenidos por la intercesión de estos santos patrones y por los mártires de todas toda época.

El Obispo de Roma se refiere además al mensaje de compromiso por el logro de la unidad, confirmado por el Gran y Santo Concilio celebrado en junio pasado en Creta, que define “fuente de verdadero estímulo” para  los católicos.

En el mensaje, el Papa expresa asimismo su reconocimiento a Bartolomé I que “nunca se ha cansado de apoyar las iniciativas que fomentan el encuentro y el diálogo” a pesar de las dificultades existentes para  la unidad. Y recordando la historia de las relaciones entre los cristianos,  marcada por conflictos que han dejado una profunda impresión en la memoria de algunos que se aferran a las actitudes del pasado, el Papa indica “la oración, las buenas obras comunes y el diálogo” para superar “la división y acercarnos unos a otros”.

“Gracias al proceso de diálogo –  evidencia Francisco –  en las últimas décadas los católicos y los ortodoxos han empezado a reconocerse como hermanos y hermanas, a valorar mutuamente los dones y juntos han proclamado el Evangelio, han servido a la humanidad y la causa de la paz, han promovido la dignidad del ser humano y el valor inestimable de la familia, han cuidado de los más necesitados, así como de la creación, nuestro hogar común.  Una comprensión recíproca a la que ha contribuido – agrega el Papa – el diálogo teológico llevado a cabo por la Comisión Internacional Conjunta así como el reciente documento Sinodalidad y Primacía en el Primer Milenio. Hacia un entendimiento común al servicio de la unidad de la Iglesia.

Francisco reconoce que quedan muchas preguntas, pero considera que “esta reflexión compartida sobre la relación entre sinodalidad y primacía en el primer milenio puede ofrecer un fundamento seguro para discernir las maneras en que se puede ejercer la primacía en la Iglesia cuando finalmente se reconcilien todos los cristianos de Oriente y Occidente”.

Finalmente, el Santo Padre recuerda “con gran cariño” el  reciente encuentro con el Patriarca en Asís, así como con otros cristianos y representantes de tradiciones religiosas “reunidos para lanzar un llamamiento unitario por la paz en todo el mundo. “Una feliz oportunidad para profundizar nuestra amistad, asevera el Papa, que se expresa en una visión compartida de las grandes cuestiones que afectan la vida de la Iglesia y de toda la sociedad”.

(MCM-RV)

 


“A Jesús por María, la caridad nos une”

(RV).- La muerte de Fidel Castro provoca muchas emociones dentro y fuera de la Isla. Sin embargo, "más allá de todas las posibles emociones, el deceso de esta figura debe llevarnos a invocar a la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad, pidiendo la paz por Cuba y por su pueblo".  Así se expresó el Arzobispo de Miami, Monseñor Thomas Wenski, en la homilía de la Santa Misa celebrada en la Ermita de la Caridad del Cobre, Santuario Nacional, en la víspera del primer domingo de Adviento.

Por su parte los obispos católicos de Cuba publicaron en su página oficial este 28 de noviembre de 2016, sus condolencias a la familia de quien fuera Presidente del Consejo de Estado y del Gobierno de Cuba, y a las autoridades del país: "Desde nuestra fe encomendamos al Dr. Fidel Castro a Jesucristo, rostro Misericordioso de Dios Padre, el Señor de la Vida y de la Historia y, a la vez, pedimos al Señor Jesús que nada enturbie la convivencia entre nosotros los cubanos".

El Arzobispo Wenski rezó además para que Santa María de la Caridad escuche al pueblo y adelante para Cuba la hora de la reconciliación en la verdad, acompañada de la libertad y la justicia: "Ella siempre va acompañando a todos los que, dentro y fuera de Cuba, luchan por el respeto a la dignidad humana y labran un futuro de libertad, justicia y paz. Así nos acerca ella al día, en que el amor a su Hijo será el cimiento eficaz para que, como le pedimos siempre, todos los cubanos seamos hermanos". Recordamos que la diáspora cubana en los Estados Unidos constituye la mayor comunidad cubana fuera de su país y la segunda comunidad hispana de los Estados Unidos, después de los mexicanos.

A continuación el audio integral de la homilía de Mons. Wenski, gentileza de Radio Paz 830 AM de Miami: 

(Griselda Mutual – Radio Vaticano)

 

 


UMOFC: Portadoras de ‘agua viva’ al mundo sediento de paz

«Mujeres semilla de esperanza»

(RV).- «Queremos ser portadoras de ‘agua viva’, que nazca de nuestro corazón», nos dice María Lía Zervino, Servidora y Secretaria General de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas. Y nos presenta el tema de la UMOFC para su próxima Asamblea general, que será en Dakar, Senegal, en 2018: «Portadoras de ‘agua viva’ al mundo sediento de paz», como nos invita sin cesar el Papa Francisco.

(CdM – RV)


La misericordia continúa de catorce maneras

(RV).- “Recorrimos las catorce obras de misericordia, pero la misericordia continúa, y de catorce maneras”. En el miércoles 30 de noviembre, el primero del Adviento y día en que recordamos al Apóstol Andrés, el Papa Francisco impartió su catequesis en el Aula Pablo VI sobre dos obras de misericordia, una corporal y una espiritual, con las cuales concluyó el ciclo dedicado.  

Tras advertir que no obstante finalicen las catequesis que se ocupan de la misericordia, ésta “debe continuar”, comenzó su reflexión con la última obra de misericordia corporal: aquella que nos pide enterrar a los muertos.

La sepultura, un rito fuerte y sentido en nuestro pueblo

La sepultura, esa obra de misericordia “tristemente actual” en las muchas partes del mundo que viven hoy el flagelo de la guerra, con incesantes bombardeos de día y de noche, es para los cristianos “un acto de piedad y de fe”, porque nosotros “esperamos en la resurrección de la carne”. En la catequesis en italiano, en la que recordó la narración que Biblia nos presenta en relación a esta obra, es decir, la que se refiere al piadoso Tobías que aun arriesgando su propia vida sepultaba a los muertos no obstante la prohibición del Rey, el pontífice subrayó cómo también hoy hay quienes arriesgan sus vidas para dar sepultura a las pobres víctimas de las guerras, y constató así que esta obra de misericordia “no está lejos de nuestra existencia cotidiana”. Asimismo recordó lo que sucedió el Viernes Santo, cuando tras la muerte de Jesús, José de Arimatea  ofreció para el Señor un sepulcro nuevo: “la sepultura es un acto de piedad, – dijo – pero también un acto de gran fe, porque deponemos el cuerpo de nuestros seres queridos en la tumba con la esperanza en su resurrección”.

La oración por los difuntos: un agradecimiento a Dios por el don de su amor y su amistad

Francisco recordó que durante la Eucaristía confiamos a los difuntos a la misericordia de Dios “con un recuerdo sencillo pero lleno de significado”. “Rezamos para que estén con él en el paraíso y con la esperanza de que un día también nosotros nos encontremos con ellos en ese misterio de amor que, si bien no comprendemos plenamente, sabemos que es verdad porque Jesús nos lo ha prometido”. Y en italiano rememoró la oración del Misal Romano: “Acuérdate Señor, de tus hijos que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz”.  Un recuerdo simple, eficaz y cargado de significado, que pronuncia el sacerdote en la Santa Misa, y que confía a nuestros seres queridos, a la misericordia de Dios. 

La oración por los vivos: para nosotros y para los demás, siempre la voluntad de Dios

“Este recuerdo de rogar por los difuntos está unido también al de rogar por los vivos, que junto con nosotros cada día enfrentan las dificultades de la vida. Todos, vivos y difuntos, estamos en comunión; en esa comunidad de quienes han recibido el bautismo, se han nutrido del Cuerpo de Cristo y hacen parte de la gran familia de Dios”. El Santo Padre indicó brevemente los muchos modos que hay para rezar por nuestro prójimo: es una oración cuando las mamás y papás bendicen a sus hijos a la mañana y a la noche, dijo. Es una oración cuando vamos al encuentro de las personas enfermas y rezamos por ellas. También lo es la intercesión silenciosa, y a veces en lágrimas, en muchas situaciones difíciles. Y “cuando no sabemos cómo rezar, – indicó- es el espíritu, quien reza dentro de nosotros”. “Abramos pues nuestro corazón, de modo que el Espíritu Santo, escrutando nuestros deseos que están en lo más hondo, los pueda purificar y llevar a cumplimiento”.  Como sea, dijo Francisco, para nosotros y para los otros, “pidamos siempre que se haga la voluntad de Dios”. 

“Los invito a rezar unos por otros – concluyó – para que las obras de misericordia corporales y espirituales se conviertan cada vez más en el estilo de nuestra vida”.

(Griselda Mutual – Radio Vaticano)


Lucha contra Sida y tutela de patrimonio y derechos humanos en zonas de conflicto. Llamamientos del Papa

(RV).- Acceso a medicamentos para salvar vidas y prevención. En la víspera del Día mundial de la lucha contra el Sida, el Papa Francisco dirigió un llamamiento a impulsar la oración y la atención sanitaria adecuada a los que sufren por esta enfermedad, en especial a los más pobres:

«Mañana, 1º de diciembre, es la Jornada Mundial contra el Sida, promovida por Naciones Unidas. Millones de personas conviven con esta enfermedad y sólo la mitad de ellas tiene acceso a terapias que pueden salvar vidas. Invito a rezar por ellos y por sus seres queridos y a promover la solidaridad para que también los más pobres puedan beneficiar de diagnósticos y cuidados adecuados. Dirijo en fin un llamamiento para que todos adopten comportamientos responsables para prevenir una difusión ulterior de esta enfermedad».

El Obispo de Roma deseó asimismo que la primera conferencia internacional sobre el patrimonio en peligro en los países en situación de conflicto armado – que se va a celebrar en la capital de los Emiratos Árabes Unidos – sea un nuevo impulso en favor de los derechos humanos:

«Por iniciativa de Francia y de los Emiratos Árabes Unidos, con la colaboración de UNESCO, tendrá lugar en Abu Dabi del 2 al 3 de diciembre, una Conferencia internacional sobre la protección del patrimonio en las zonas en conflicto. Lamentablemente es un tema dramáticamente actual. Con la convicción de que la tutela de las riquezas culturales constituye una dimensión esencial de la defensa del ser humano, deseo que este evento marque una etapa nueva en el proceso de actuación de los derechos humanos».

En su primera Audiencia General de Adviento, el Papa alentó a los peregrinos de tantas partes del mundo a abrir el corazón al Señor que viene a salvarnos y, encomendando a la Virgen María este tiempo de profundización espiritual, destacó la importancia de las obras de misericordia.

El Santo Padre se unió al luto del pueblo brasileño por la reciente tragedia aérea, al caer en Colombia el avión que llevaba a los jugadores del club Chapecoense, que dejó  71 muertos y 6 heridos:

«En este tiempo de Adviento, estamos invitados a ir al encuentro de Jesús, que nos espera en todos los necesitados a los cuales podemos brindar ayuda con las obras de misericordia

También yo quisiera recordar el dolor del pueblo brasileño por la tragedia del equipo de fútbol y rezar por los jugadores fallecidos y sus familiares.

El tiempo de Adviento es para todos una ocasión para renovar en su corazón el anhelo de encontrar al Señor que viene a salvarnos. Encomiendo este tiempo de profundización espiritual a la Madre de Jesús: Ella nos conduce a su Hijo y nos ayuda a cumplir su voluntad en nuestra vida».

En sus palabras de aliento a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, el Papa Francisco recordó a San Andrés Apóstol, al coincidir la fecha de la Audiencia General, 30 de noviembre, con su fiesta litúrgica. Y dirigió un saludo al Patriarca Bartolomé de Constantinopla:

«Hoy es la fiesta del Apóstol Andrés, hermano de San Pedro. Que su apresurarse a ir al encuentro con el Señor en el sepulcro, les recuerde, queridos jóvenes, que nuestra vida es una peregrinación hacia la Casa del Padre;  que su fortaleza al afrontar el martirio los sostenga, a ustedes, queridos enfermos, cuando el sufrimiento parece insoportables. Y que su apasionado seguimiento del Salvador los impulse a ustedes, queridos recién casados, a comprender la importancia del amor en su nueva familia.

Y en el día del Apóstol Andrés, quisiera también saludar a la Iglesia de Constantinopla y al amado Patriarca Bartolomé y unirme a Él y a la Iglesia de Constantinopla en esta fiesta – de esta Iglesia prima hermana, Pedro y Andrés, todos juntos – y desearle todo el bien posible, todas las Bendiciones del Señor y un abrazo grande».

(CdM – RV) 


Papa Francisco: Volver a encontrar el sentido de la política

(RV).- El Santo Padre Francisco comenzó sus actividades públicas el último miércoles de noviembre, recibiendo en audiencia, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a los participantes en la peregrinación de políticos franceses elegidos en la Región de Ródano – Alpes, acompañados por el Cardenal Philippe Barbarin y por los Obispos de la Provincia de Lyon.

A todos ellos el Papa – recordando que han querido realizar un recorrido que prolonga el Jubileo de la Misericordia – les dijo que en el actual contexto internacional, marcado por frustraciones y temores, intensificados por los atentados y la violencia ciega que, de esta manera, han atormentado tan profundamente a su país, es importante buscar y desarrollar el sentido del bien común y del interés general.

Junto a los Obispos de Francia, el Sucesor de Pedro subrayó asimismo la necesidad, “en un mundo que cambia, de volver a encontrar el sentido de la política”. Además, el Papa Bergoglio reafirmó la riqueza de potencialidades y diversidades que caracterizan a esta nación, de donde deben surgir oportunidades, con la condición de que los valores republicanos de libertad, igualdad  y fraternidad no sean sólo enarbolados de manera ilusoria, sino profundizados y comprendidos en su verdadero fundamento que es trascendente.

Después de afirmar que está plenamente en juego un verdadero debate sobre los valores y las orientaciones reconocidos comunes para todos, el Pontífice afirmó que los cristianos están llamados a participar en este debate junto a los creyentes de las demás religiones y a todos los hombres de buena voluntad, incluidos los no creyentes, a fin de promover el crecimiento de un mundo mejor.

De ahí que haya destacado que la búsqueda del bien común que los anima los debe conducir a escuchar con especial atención a todas las personas que padecen condiciones de precariedad, sin olvidar a los emigrantes que han huido de sus países a causa de la guerra, de la miseria y de la violencia. Y añadió que de este modo, en el ejercicio de sus responsabilidades, podrán contribuir a la construcción de una sociedad más justa y más humana, una sociedad acogedora y fraterna.

Por último, Francisco encomendó su recorrido a Cristo, fuente de nuestra esperanza y de nuestro empeño al servicio del bien común, a la vez que impartió su bendición apostólica sobre todos ellos, sus familias y su país.

(María Fernanda Bernasconi – RV).


Catequesis del Papa: Comprometerse a rezar unos por otros

(RV).- Durante la audiencia general del último miércoles de noviembre – celebrada en el Aula Pablo VI de la Ciudad del Vaticano y en la que participaron varios miles de fieles y peregrinos procedentes de numerosos países – el Papa Francisco concluyó su serie de catequesis dedicada a la misericordia.

En esta ocasión se refirió a la última obra de misericordia espiritual que pide que se rece por los vivos y por los difuntos, a la que también se puede unir la última obra de misericordia corporal que invita a sepultar a los muertos. A propósito de esta última petición, que puede parecer extraña, el Santo Padre – hablando en italiano – recordó que esta obra es tristemente actual, si tenemos en cuenta las zonas del mundo que viven bajo el flagelo de la guerra, con bombardeos que día y noche siembran miedo y víctimas inocentes.

Tras destacar algunos pasajes de la Biblia el Pontífice  afirmó que para los cristianos, la sepultura es un acto de piedad y de gran fe al mismo tiempo, que encuentra especial resonancia durante el mes de noviembre dedicado de modo especial al recuerdo y a la oración por los difuntos. Sí, porque rezar por los difuntos – dijo – es, ante todo, un signo de reconocimiento por el testimonio que han dejado y por el bien que han hecho. Y es un agradecimiento al Señor por su amor y su amistad. De ahí su invitación a rezar con esperanza cristiana para que ellos estén con Él en el paraíso, en espera de volver a encontrarnos todos juntos en este misterio de amor que no comprendemos, pero que sabemos que es verdadero porque es una promesa que Jesús ha hecho.

Naturalmente – dijo también el Obispo de Roma – el recuerdo de los fieles difuntos no debe hacer que nos olvidemos de rezar por los vivos, que junto a nosotros afrontan las pruebas de la vida. Y concluyó esta última catequesis sobre la misericordia invitando a los fieles a comprometerse a rezar unos por otros para que las obras de misericordia sean cada vez más el estilo de nuestra vida.

(María Fernanda Bernasconi – RV).