miércoles, 31 de mayo de 2017

Entrevista al sacerdote alemán Reinaldo Nann, nuevo prelado de Caravelí en Perú

(RV).- El sábado 27 de mayo de 2017, mientras el Papa Francisco se encontraba en su visita pastoral a Génova, la Oficina de Prensa de la Santa Sede anunció el nombramiento del sacerdote alemán perteneciente al Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt, el Padre Reinaldo Nann como nuevo prelado de la prelatura territorial Caravelí al sur de Perú.

Nacido en Friburgo, Alemania, este joven sacerdote ha trabajado en varias localidades de Perú, sobre todo en las parroquias más pobres coordinando también el Movimiento de Schoenstatt en Trujillo, lugar donde se encuentra el primer Santuario de Schoenstatt de este país.

Con el Padre Reinaldo ha habló nuestra colega Gudrum Sailer, de la redacción en lengua alemana. Escuchemos:

"La Iglesia Católica en Perú debe afrontar varios desafíos actuales como trabajar en una sociedad muy dividida, con gran desigualdad entre ricos y pobres y también luchar contra la corrupción; mejorando todo ésto mediante la Fe", explica el Padre Reinaldo quien reconoce "estar encantado" con la fórmula de evangelización que propone el Papa Francisco: "Una Iglesia pobre para los pobres", que adquiere un significado especial y concreto en la realidad de las barriadas circundantes en las cuales trabaja este sacerdote Diocesanos de Schoenstatt, "donde la mayoría vive en condiciones de pobreza".

(SL-RV)


El dolor del Papa por el atentado en Kabul

El Papa ha expresado profundo dolor por la masacre acaecida esta mañana en Afganistán que ha provocado la muerte de 90 personas y casi 400 heridos. “Me entero con tristeza sobre el abominable ataque en Kabul y sobre los muchos muertos y gravemente heridos”, escribe Francisco en un telegrama, firmado por el cardinal Secretario de Estado Pietro Parolin, dirigido al embajador de Afganistán en Italia.

En la misiva el Pontífice expresa “sus más sentidas condolencias a todos los afectados por este brutal acto de violencia” y confía las almas de los difuntos a la misericordia del Todopoderoso, asegurando al pueblo de Afganistán “sus continuas oraciones por la paz”.

(MCM-RV)

 


El Día de la UMOFC

«Mujeres semilla de esperanza»

(RV).- María Lía Zervino, Servidora y Secretaria General de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas, nos habla de la celebración del Día de la UMOFC: el 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima.

Con el Mensaje de la Presidenta, María Giovanna Ruggeri, como telón de fondo, María Lía Zervino destaca que ese día, en especial, casi diez millones de mujeres en el mundo se unieron en cadena de oración. En efecto, ése es el número de las asociadas de tantos países que integran la UMOFC.

Recordando que, entre los compromisos de la misma UMOFC está la lucha contra la trata de personas, subraya el encargo recibido en este ámbito por parte del Card. Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Sin olvidar, el anhelo de impulsar siempre cada acción y misión en la alegría del Evangelio y afianzadas en la Evangelii Gaudium del Papa Francisco.

(CdM – RV)


Papa: con María y el Espíritu Santo sembrar esperanza en toda la tierra

(RV).- Acercándose ya la Solemnidad de Pentecostés de 2017, el Papa Francisco alentó a los peregrinos de tantas partes del mundo, que acudieron a su audiencia general,  a «pedir al Señor que derrame abundantemente los dones de su Espíritu, para que podamos ser testimonios de Jesús hasta los confines de la tierra».  

Invitando a estar unidos en la oración con la Virgen María, para recibir el don del Espíritu Santo y abundar en la esperanza, el Santo Padre dio su bienvenida a los peregrinos llegados para participar en la Vigilia de Pentecostés, en ocasión de los 50 años de la Renovación Carismática Católica.

Tener la valentía de buscar a Jesús, con el amparo de la Virgen

Un año más, el Papa se unió a los numerosos jóvenes polacos, que peregrinaron al Santuario de Lednica para celebrar la fe y los encomendó a todos a la Madre de Dios, en el día en que la Iglesia recuerda la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Desde ese momento – destacó el Santo Padre – Ella acude siempre a visitar a sus hijos para llevar a su Hijo Jesús:

«Queridos amigos

El lema de vuestro encuentro es: ‘¡Anda y ama! Los guía María, que habiendo percibido en su corazón esta llamada, fue a visitar a Isabel para compartir la alegría de su encuentro con Dios y para llevar una ayuda concreta. Desde ese momento está siempre en camino, visita a sus hijos y les lleva a Cristo, Su Hijo.

El segundo patrono de vuestro encuentro es Zaqueo, del que les hablé en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, alentándolos a tener la valentía de buscar a Jesús y de abrirle las puertas de vuestros corazones.

Hoy, el Señor Jesús les dirige también a ustedes las palabras que le dirigió a Zaqueo: ‘Baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa’ (Lc 19, 5).

Quiere estar con ustedes para enviarlos a los hermanos, para que compartan su amor. Él sabe que no es fácil, entonces les envía el Espíritu Santo, que los colmará con su fortaleza. Pídanle a Él el coraje. Pídanlo para que los ayude a derrumbar los muros que los dividen y los haga capaces de comprenderse los unos a los otros y de construir la unidad de todos los hombres. A todos los que están reunidos en las orillas del Lago de Lednica, cerca de las fuentes bautismales de Polonia, los encomiendo a María y los bendigo de corazón».

En su saludo especial a los fieles de la República Checa, el Papa se dirigió en particular a los participantes en la peregrinación nacional,  encabezada por el Cardenal Dominik Duka, Arzobispo de Praga, en ocasión del 75 aniversario de la masacre de Lídice perpetrada por el régimen nazi:

«Queridos amigos

Acudan con confianza a la intercesión de la Virgen Santa, que ustedes veneran en el icono de la Virgen de Lídice. Que Ella los ayude a ser valientes testimonio de la Resurrección de Cristo aun en los momentos de dificultad o de prueba. A todos ustedes, mi Bendición».

Invoquemos al Espíritu Paráclito, para que nos guíe siempre en la esperanza y en la paz

También en su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes de Irak, Egipto y Oriente Medio, el Obispo de Roma hizo hincapié en que tenemos necesidad de esperanza para vivir y del Espíritu Santo para esperar:

«No hay vida sin esperanza, ni esperanza auténtica sin una confianza firme en Dios, fuente y meta de toda esperanza verdadera. Pidámosle al Espíritu Santo, en esta inminente solemnidad de Pentecostés, que visite los corazones afligidos para reanimarlos; las mentes ofuscadas para iluminarlas; y que colme la vida de cada uno de nosotros para transformarnos en llama de esperanza y en verdaderos testimonios de su Esperanza. ¡Que el Señor los bendiga a todos y los proteja del maligno!»

«Que su peregrinación a la Ciudad Eterna prepare a cada uno a vivir intensamente la Solemnidad de Pentecostés y que el don del Espíritu Consolador sostenga y alimente la virtud de la esperanza», fue el reiterado deseo del Papa antes de sus palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:

«Queridos jóvenes, pongan por encima de todo la búsqueda de Dios y de su amor; queridos enfermos, que el Paráclito los ayude y conforte en los momentos de mayor necesidad; y ustedes, queridos recién casados, con la gracia del Espíritu Santo, que vuestra unión sea cada día más profunda».

(CdM – RV) 


Papa: El viento del Espíritu impulsa a la barca con su fuerza motriz

(RV).-  “Los exhorto a perseverar en la oración, junto con María, Nuestra Madre, pidiendo a Jesús que el don del Espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza”.

Fue el deseo que expresó el Papa Bergoglio al saludar a los fieles y peregrinos de nuestro idioma que participaron en la Audiencia General del último miércoles de mayo.

Prosiguiendo con su ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana el Santo Padre – ante la inminente Solemnidad de Pentecostés – presentó la relación existente entre el Espíritu Santo y la esperanza. Y lo hizo con la introducción de un pasaje evangélico, tomado de la Carta de San Pablo a los Romanos, en que el Apóstol manifiesta su aspiración de que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que llenos de buenas disposiciones y colmados del don de la ciencia, sean capaces de aconsejarse mutuamente.

Hablando en italiano, el Papa explicó que el Espíritu “es el viento que nos impulsa hacia adelante, que nos mantiene en camino”, hace que nos sintamos peregrinos y forasteros, y no permite que nos acomodemos para convertirnos en un pueblo “sedentario”.

Francisco recordó además que en la Carta a los Hebreos se compara la esperanza con un ancla, imagen a la que podemos añadir la de la vela. Sí, porque el ancla es lo que da a la barca la seguridad, manteniéndola “anclada” en medio del ondear del mar, mientras la vela es, en cambio, lo que permite que la barca avance sobre las aguas. De manera que la esperanza es, verdaderamente, como una vela, que recoge el viento del Espíritu y lo trasforma en fuerza motriz que impulsa la barca, según los casos, mar abierto o hacia la ribera.

En cuanto a la expresión “Dios de la esperanza” del Apóstol Pablo, el Obispo de Roma expresó que no quiere decir sólo que Dios es el objeto de nuestra esperanza, sino que significa asimismo que “Dios es Aquel que ya ahora nos hace esperar, es más, nos vuelve “felices en la esperanza”; felices de esperar ahora y no sólo esperar ser felices en el futuro, después de la muerte. Y citó el dicho popular: “Mientras hay vida, hay esperanza”, si bien señaló que también es verdad lo contrario, es decir: “Mientras hay esperanza, hay vida”. Porque los hombres – dijo el Papa – tienen necesidad de esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar.

Además, el Pontífice señaló que San Pablo atribuye al Espíritu Santo la capacidad de hacernos incluso “abundar en la esperanza”. Abundar en la esperanza – dijo – significa no desanimarse jamás; significa esperar “contra toda esperanza”, es decir, “esperar incluso cuando decae todo motivo humano para esperar, como sucedió con Abraham cuando Dios le pidió que sacrificara a su único hijo, Isaac, o como más aún, le aconteció a la Virgen María, a los pies de la Cruz de Jesús.

Que la próxima fiesta de Pentecostés nos encuentre concordes en la oración, con María, la Madre de Jesús y Madre nuestra. Y que el don del Espíritu Santo – terminó diciendo el Santo Padre Francisco – haga que abundemos en la esperanza.

(María Fernanda Bernasconi – RV). 


El Papa: “el Espíritu Santo no hace capaces de esperar y ser consoladores y defensores de los demás”

(RV).- “El Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los ‘paráclitos’, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza”, con estas palabras el Papa Francisco explicó en la Audiencia General del último miércoles de mayo, la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo.

Continuando su ciclo de catequesis sobre “la esperanza”, el Obispo de Roma ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés dijo que, el Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.

Recordando que la Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla, el Pontífice señaló que a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.

Texto completo de la catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ante la inminencia de la Solemnidad de Pentecostés no podemos no hablar de la relación que existe entre la esperanza cristiana y el Espíritu Santo. El Espíritu es el viento que nos impulsa adelante, que nos mantiene en camino, nos hace sentir peregrinos y forasteros, y no nos permite recostarnos y convertirnos en un pueblo “sedentario”.

La Carta a los Hebreos compara la esperanza con un ancla (Cfr. 6,18-19); y a esta imagen podemos agregar aquella de la vela. Si el ancla es lo que da seguridad a la barca y la tiene “anclada” entre el oleaje del mar, la vela en cambio es la que la hace caminar y avanzar sobre las aguas. La esperanza es de verdad como una vela; esa recoge el viento del Espíritu Santo y la transforma en fuerza motriz que empuja la nave, según sea el caso, al mar o a la orilla.

El Apóstol Pablo concluye su Carta a los Romanos con este deseo, escuchen bien, escuchen bien qué bonito deseo: «Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo» (15,13). Reflexionemos un poco sobre el contenido de esta bellísima palabra.

La expresión “Dios de la esperanza” no quiere decir solamente que Dios es el objeto de nuestra esperanza, es decir, a Quien esperamos alcanzar un día en la vida eterna; quiere decir también que Dios es Quien ya ahora nos hace esperar, es más, nos hace «alegres en la esperanza» (Rom 12,12): alegres de esperar, y no solo esperar ser felices. Es la alegría de esperar y no esperar de tener la alegría. Hoy. “Mientras haya vida, hay esperanza”, dice un dicho popular; y es verdad también lo contrario: mientras hay esperanza, hay vida. Los hombres tienen necesidad de la esperanza para vivir y tienen necesidad del Espíritu Santo para esperar.

San Pablo – hemos escuchado – atribuye al Espíritu Santo la capacidad de hacernos incluso “sobreabundar en la esperanza”. Abundar en la esperanza significa no desanimarse jamás; significa esperar «contra toda esperanza» (Rom 4,18), es decir, esperar incluso cuando disminuye todo motivo humano para esperar, como fue para Abraham cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac, y como fue, aún más, para la Virgen María bajo la cruz de Jesús.

El Espíritu Santo hace posible esta esperanza invencible dándonos el testimonio interior que somos hijos de Dios y sus herederos (Cfr. Rom 8,16). ¿Cómo podría Aquel que nos ha dado a su propio Hijo único no darnos toda cosa con Él? (Cfr. Rom 8,32). «La esperanza – hermanos y hermanas – no defrauda: la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rom 5,5). Por esto no defrauda, porque está el Espíritu Santo dentro que nos impulsa a ir adelante, siempre adelante. Y por esto la esperanza no defrauda.

Hay más: el Espíritu Santo no nos hace sólo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros – como Él y gracias a Él – los “paráclitos”, es decir, consoladores y defensores de los hermanos. Sembradores de esperanza. Un cristiano puede sembrar amargura, puede sembrar perplejidad, y esto no es cristiano, y tú, si haces esto, no eres un buen cristiano. Siembra esperanza: siembra el bálsamo de esperanza, siembre el perfume de esperanza y no vinagre de amargura y de des-esperanza. El Beato Cardenal Newman, en uno de sus discursos, decía a los fieles: «Instruidos por nuestro mismo sufrimiento, por el mismo dolor, es más, por nuestros mismos pecados, tendremos la mente y el corazón ejercitados a toda obra de amor hacia aquellos que tienen necesidad. Seremos, según nuestra capacidad, consoladores a imagen del Paráclito – es decir, del Espíritu Santo – y en todos los sentidos que esta palabra comporta: abogados, asistentes, dispensadores de consolación. Nuestras palabras y nuestros consejos, nuestro modo de actuar, nuestra voz, nuestra mirada, serán gentiles y tranquilizantes» (Parochial and plain Sermons, vol. V, Londra 1870, pp. 300s.). Son sobre todo los pobres, los excluidos, los no amados los que necesitan de alguien que se haga para ellos “paráclito”, es decir, consoladores y defensores, como el Espíritu Santo se hace para cada uno de nosotros, que estamos aquí en la Plaza, consolador y defensor. Nosotros debemos hacer lo mismo por los más necesitados, por los descartados, por aquellos que tienen necesidad, aquellos que sufren más. Defensores y consoladores.

El Espíritu Santo alimenta la esperanza no sólo en el corazón de los hombres, sino también en la entera creación. Dice el Apóstol Pablo – esto parece un poco extraño, pero es verdad. Dice así: que también la creación “está proyectada con ardiente espera” hacia la liberación y “gime y sufre” con dolores de parto (Cfr. Rom 8,20-22). «La energía capaz de mover el mundo no es una fuerza anónima y ciega, sino es la acción del Espíritu de Dios que “aleteaba sobre las aguas” (Gen 1,2) al inicio de la creación» (Benedicto XVI, Homilía, 31 mayo 2009). También esto nos impulsa a respetar la creación: no se puede denigrar un cuadro sin ofender al artista que lo ha creado.

Hermanos y hermanas, la próxima fiesta de Pentecostés – que es el cumpleaños de la Iglesia: Pentecostés – esta próxima fiesta de Pentecostés nos encuentre concordes en la oración, con María, la Madre de Jesús y nuestra. Y el don del espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza. Les diré más: nos haga derrochar esperanza con todos aquellos que son los más necesitados, los más descartados y por todos aquellos que tienen necesidad. Gracia.

(Traducción del italiano, Renato Martinez – Radio Vaticano)


Catequesis del Papa en español: Que el Espíritu Santo nos haga ser sembradores de esperanza

(RV).- En la fiesta litúrgica de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel y conclusión del mes mariano, el Papa Francisco impartió su catequesis en una plaza de san Pedro repleta de peregrinos y fieles de Roma y de diversos países.

Ante la inminencia de la fiesta de Pentecostés el domingo próximo, el Pontífice reflexionó partir de la carta de Pablo a los Romanos sobre el concepto “Dios de la esperanza”, y explicó que ese “abundar en la esperanza” al cual se refiere el apóstol en la carta, significa no desanimarse jamás, aun cuando falte todo motivo humano de esperanza.

El Papa señaló que quien hace posible esta esperanza es el Espíritu Santo, “porque –dijo citando siempre al Apóstol -, el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”. De este modo el Espíritu Santo nos hace no solo capaces de esperar, sino también de ser sembradores de esperanza, de ser también nosotros paráclitos, es decir, consoladores y defensores de nuestros hermanos.

Además Francisco recordó que el Espíritu Santo alimenta la esperanza no solamente en el corazón de los hombres sino también en toda la creación, y citando a Papa Benedicto en su homilía de Pentecostés de 2009, recordó que la Sagrada Escritura nos revela que la energía capaz de mover el mundo no es una fuerza anónima y ciega, sino la acción del "Espíritu de Dios que aleteaba por encima de las aguas" (Gn 1, 2) al inicio de la creación. De ahí que advirtiese que esto debe impulsarnos a respetar la creación, “porque – dijo- no se puede manchar un cuadro sin ofender al artista que lo ha creado”.

A continuación, el resumen de la catequesis del Papa en español:

Queridos hermanos y hermanas:

Ante la solemnidad de Pentecostés, he deseado presentar hoy la relación que existe entre el Espíritu Santo y la esperanza.

El Espíritu Santo sopla y mueve la Iglesia, camina con ella, por eso, del mismo modo que la Escritura paragona la esperanza a un ancla, que asegura el barco en medio del oleaje, también podemos compararla con una vela que recoge ese viento del Espíritu para que empuje nuestra nave.

Cuando decimos: «Dios de la esperanza» no significa solamente que Dios es el objeto de nuestro anhelo, algo que deseamos alcanzar en la vida eterna; sino que Dios es quien nos colma hoy y en cualquier lugar de su alegría y de su paz.

Hermanos, estemos seguros de que nuestra esperanza no quedará defraudada, porque el Espíritu ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios y da testimonio de que somos sus hijos. Llenos de confianza, seremos capaces de afrontar cualquier tribulación y de ser sembradores de esperanza entre nuestros hermanos, consolando, defendiendo y asistiendo a todos, como el Paráclito nos enseña y nos guía.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los que han venido para participar en la Vigilia de Pentecostés con ocasión de los 50 años de la Renovación Carismática Católica, así como a los demás grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los exhorto a perseverar en la oración, junto con María, Nuestra Madre, pidiendo a Jesús que el don del Espíritu Santo nos haga sobreabundar en la esperanza.

(Griselda Mutual – Radio Vaticano)


El Espíritu nos hace abandonarnos en la esperanza, explicó el Papa en la Catequesis

FLASH Catequesis del Papa, REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Del mismo modo que la Escritura paragona la esperanza a un ancla, que asegura el barco en medio del oleaje, el Espíritu Santo sopla y mueve la Iglesia, camina con ella, por eso, también podemos comparar esta esperanza con una vela que recoge ese viento del Espíritu para que empuje nuestra nave, explicó Francisco en su catequesis 24 sobre la esperanza cristiana el 31 de mayo de 2017.

El Sucesor en la Cátedra de Pedro se inspiró en la carta a los Romanos 15,13-14 donde Pablo escribe: “Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo”. Y dijo “ante la solemnidad de Pentecostés, he deseado presentar hoy la relación que existe entre el Espíritu Santo y la esperanza”. “Cuando decimos: ‘Dios de la esperanza’ no significa solamente que Dios es el objeto de nuestro anhelo, algo que deseamos alcanzar en la vida eterna; sino que Dios es quien nos colma hoy y en cualquier lugar de su alegría y de su paz”. El Vicario de Cristo insistió: “estemos seguros de que nuestra esperanza no quedará defraudada, porque el Espíritu ha derramado en nuestros corazones el amor de Dios y da testimonio de que somos sus hijos. Llenos de confianza, seremos capaces de afrontar cualquier tribulación y de ser sembradores de esperanza entre nuestros hermanos, consolando, defendiendo y asistiendo a todos, como el Paráclito nos enseña y nos guía”. 


martes, 30 de mayo de 2017

Cambiando las lentes, también la realidad se nos presenta distinta, dice el Papa en el Mensaje para las comunicaciones sociales (5)

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Las lentes que nos permiten descifrar la realidad es el Evangelio explica Francisco. Hablando de compartir la “buena noticia” en el Mensaje para las Comunicaciones Sociales, dice que la vida del hombre “es historia que espera ser narrada mediante la elección de una clave interpretativa que sepa seleccionar y recoger los datos más importantes. “La realidad, en sí misma, no tiene un significado unívoco. Todo depende de la mirada con la cual es percibida, del «cristal» con el que decidimos mirarla: cambiando las lentes, también la realidad se nos presenta distinta. Entonces, ¿qué hacer para leer la realidad con «las lentes» adecuadas?”

“Para los cristianos, las lentes que nos permiten descifrar la realidad no pueden ser otras que las de la buena noticia, partiendo de la «Buena Nueva» por excelencia: el «Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios» (Mc 1,1). Con estas palabras comienza el evangelista Marcos su narración, anunciando la «buena noticia» que se refiere a Jesús, pero más que una información sobre Jesús, se trata de la buena noticia que es Jesús mismo”.

“En efecto, leyendo las páginas del Evangelio se descubre que el título de la obra corresponde a su contenido y, sobre todo, que ese contenido es la persona misma de Jesús”. @jesuitaGuillo