lunes, 31 de octubre de 2016

El Papa en Malmö: “Cristianos unidos seamos protagonistas de la revolución de la ternura”

(RV).- “Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados y marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge”, lo dijo el Papa Francisco a los representantes y delegados de las confesiones cristianas que participaron en el Evento Ecuménico en Malmö, en el ámbito de su 17° Viaje Apostólico a Suecia.

En su discurso, el Santo Padre agradeció por la conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma. Estamos viviendo con espíritu renovado y siendo conscientes que la unidad entre los cristianos es una prioridad, dijo el Pontífice, porque reconocemos que entre nosotros es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. “El camino emprendido para lograrla es ya un gran don que Dios nos regala – afirmó el Papa – y gracias a su ayuda estamos hoy aquí reunidos, luteranos y católicos, en espíritu de comunión, para dirigir nuestra mirada al único Señor, Jesucristo”.

El diálogo entre nosotros, señaló el Obispo de Roma, ha permitido profundizar la comprensión recíproca, generar mutua confianza y confirmar el deseo de caminar hacia la comunión plena. “Gracias a este nuevo clima de entendimiento, hoy Caritas Internationalis y Lutheran World Federation World Service firmarán una declaración común de acuerdos, con el fin de desarrollar y consolidar una cultura de colaboración para la promoción de la dignidad humana y de la justicia social.

Después de escuchar los valientes testimonios, que nos hacen pensar en nuestra propia vida y de qué modo respondemos a estas situaciones de necesitad que están a nuestro lado, el Papa Francisco agradeció a todos los gobiernos que asisten a los refugiados, a los desplazados y a los que solicitan asilo, porque todas las acciones en favor de estas personas que tienen necesidad de protección representan un gran gesto de solidaridad y de reconocimiento de su dignidad. “Para nosotros cristianos, dijo el Papa, es una prioridad salir al encuentro de los desechados y marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge”.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)

Texto y audio completo del discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

Doy gracias a Dios por esta conmemoración conjunta de los 500 años de la Reforma, que estamos viviendo con espíritu renovado y siendo conscientes que la unidad entre los cristianos es una prioridad, porque reconocemos que entre nosotros es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. El camino emprendido para lograrla es ya un gran don que Dios nos regala, y gracias a su ayuda estamos hoy aquí reunidos, luteranos y católicos, en espíritu de comunión, para dirigir nuestra mirada al único Señor, Jesucristo.

El diálogo entre nosotros ha permitido profundizar la comprensión recíproca, generar mutua confianza y confirmar el deseo de caminar hacia la comunión plena. Uno de los frutos que ha generado este diálogo es la colaboración entre distintas organizaciones de la Federación Luterana Mundial y de la Iglesia Católica. Gracias a este nuevo clima de entendimiento, hoy Caritas Internationalis y Lutheran World Federation World Service firmarán una declaración común de acuerdos, con el fin de desarrollar y consolidar una cultura de colaboración para la promoción de la dignidad humana y de la justicia social. Saludo cordialmente a los miembros de ambas organizaciones que, en un mundo fragmentado por guerras y conflictos, han sido y son un ejemplo luminoso de entrega y servicio al prójimo. Los exhorto a seguir adelante por el camino de la cooperación.

He escuchado con atención los testimonios, de cómo en medio de tantos desafíos entregan la vida día a día para construir un mundo que responda cada vez más a los designios de Dios. Pranita se ha referido a la creación. Es cierto que toda la creación es una manifestación del inmenso amor de Dios para con nosotros; por eso, también por medio de los dones de la naturaleza nosotros podemos contemplar a Dios. Comparto tu consternación por los abusos que dañan nuestro planeta, nuestra casa común, y que generan graves consecuencias también sobre el clima. Como bien has recordado, los mayores impactos recaen a menudo sobre las personas más vulnerables y con menos recursos, y son forzadas a emigrar para salvarse de los efectos de los cambios climáticos. Todos somos responsables de la preservación de la creación, y de modo particular nosotros los cristianos. Nuestro estilo de vida, nuestros comportamientos deben ser coherentes con nuestra fe. Estamos llamados a cultivar una armonía con nosotros mismos y con los demás, pero también con Dios y con la obra de sus manos. Pranita, te animo a seguir adelante en tu compromiso en favor de nuestra casa común.

Mons. Héctor Fabio nos ha informado del trabajo conjunto que católicos y luteranos realizan en Colombia. Es una buena noticia saber que los cristianos se unen para dar vida a procesos comunitarios y sociales de interés común. Les pido una oración especial por esa tierra maravillosa para que, con la colaboración de todos, se pueda llegar finalmente a la paz, tan deseada y necesaria para una digna convivencia humana. Que sea una oración que abrace también a todos los países en los que sigue habiendo graves situaciones de conflicto.

Marguerite ha llamado nuestra atención sobre el trabajo en favor de los niños víctimas de tantas atrocidades y el compromiso con la paz. Es algo admirable y, a su vez, un llamado a tomar en serio innumerables situaciones de vulnerabilidad que sufren tantas personas indefensas, aquellas que no tienen voz. Lo que tú consideras como una misión, ha sido una semilla que ha generado abundantes frutos, y hoy, gracias a esta semilla, miles de niños pueden estudiar, crecer y recuperar la salud. Te doy las gracias por el hecho de que ahora, incluso en el exilio, sigues comunicando un mensaje de paz. Has dicho que todos los que te conocen piensan que lo que haces es una locura. Por supuesto, es la locura del amor a Dios y al prójimo. Ojalá que se pudiera propagar esta locura, iluminada por la fe y la confianza en la Providencia. Sigue adelante y que esa voz de esperanza que escuchaste al inicio de tu aventura continúe animando tu corazón y el corazón de muchos jóvenes.

Rose, la más joven, ha manifestado un testimonio realmente conmovedor. Ha sabido sacar provecho al talento que Dios le ha dado a través del deporte. En lugar de malgastar sus fuerzas en situaciones adversas, las ha empleado en una vida fecunda. Mientras escuchaba tu historia, me venía a la mente la vida de tantos jóvenes que necesitan de testimonios como el tuyo. Me gustaría recordar que todos pueden descubrir esa condición maravillosa de ser hijos de Dios y el privilegio de ser queridos y amados por él. Rose, te agradezco de corazón tus esfuerzos y tus desvelos por animar a otras niñas a regresar a la escuela y, también, el que rece todos los días por la paz en el joven estado de Sudán del Sur, que tanto la necesita.

Después de escuchar estos testimonios valientes, y que nos hacen pensar en nuestra propia vida y en el modo cómo respondo a las situaciones de necesitad que están a nuestro lado, quiero agradecer a todos los gobiernos que asisten a los refugiados, a los desplazados y a los que solicitan asilo, porque todas las acciones en favor de estas personas que tienen necesidad de protección representan un gran gesto de solidaridad y de reconocimiento de su dignidad. Para nosotros cristianos, es una prioridad salir al encuentro de los desechados y marginados de nuestro mundo, y hacer palpable la ternura y el amor misericordioso de Dios, que no descarta a nadie, sino que a todos acoge.

Dentro de poco escucharemos el testimonio del Obispo Antoine, que vive en Alepo, ciudad extenuada por la guerra, donde se desprecia y se pisotean incluso los derechos más fundamentales. Las noticias nos refieren cotidianamente el inefable sufrimiento causado por el conflicto sirio, que dura ya más de cinco años. En medio de tanta devastación, es verdaderamente heroico que permanezcan allí hombres y mujeres para prestar asistencia material y espiritual a quien tiene necesidad. Es admirable también que tú, querido hermano, sigas trabajando en medio de tantos peligros para contarnos la dramática situación de los sirios. Cada uno de ellos está en nuestros corazones y en nuestra oración. Imploremos la gracia de la conversión de los corazones de quienes tienen la responsabilidad de los destinos de aquella región.

Queridos hermanos y hermanas, no nos dejemos abatir por las adversidades. Que estas historias nos motiven y nos den nuevo impulso para trabajar cada vez más unidos. Cuando volvamos a nuestras casas, llevemos el compromiso de realizar cada día un gesto de paz y de reconciliación, para ser testigos valientes y fieles de esperanza cristiana.


Declaración conjunta con ocasión de la Conmemoración Católico –Luterana de la Reforma

(RV).- A continuación les ofrecemos el texto completo de la Declaración conjunta con ocasión de la Conmemoración Católico –Luterana de la Reforma:

Lund, 31 de octubre de 2016

«Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Jn 15,4).

Con corazones agradecidos

Con esta Declaración Conjunta, expresamos gratitud gozosa a Dios por este momento de oración en común en la Catedral de Lund, cuando comenzamos el año en el que se conmemora el quinientos aniversario de la Reforma. Los cincuenta años de constante y fructuoso diálogo ecuménico entre Católicos y Luteranos nos ha ayudado a superar muchas diferencias, y ha hecho más profunda nuestra mutua comprensión y confianza. Al mismo tiempo, nos hemos acercado más unos a otros a través del servicio al prójimo, a menudo en circunstancias de sufrimiento y persecución. A través del diálogo y el testimonio compartido, ya no somos extraños. Más bien, hemos aprendido que lo que nos une es más de lo que nos divide.

Pasar del conflicto a la comunión

Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que Luteranos y Católicos hayamos dañado la unidad vivible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos. Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación. Aunque el pasado no puede ser cambiado, lo que se recuerda y cómo se recuerda, puede ser trasformado. Rezamos por la curación de nuestras heridas y de la memoria, que nublan nuestra visión recíproca. Rechazamos de manera enérgica todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión. Hoy, escuchamos el mandamiento de Dios de dejar de lado cualquier conflicto. Reconocemos que somos liberados por gracia para caminar hacia la comunión, a la que Dios nos llama constantemente.

Nuestro compromiso para un testimonio común

A medida que avanzamos en esos episodios de la historia que nos pesan, nos comprometemos a testimoniar juntos la gracia misericordiosa de Dios, hecha visible en Cristo crucificado y resucitado. Conscientes de que el modo en que nos relacionamos unos con otros da forma a nuestro testimonio del Evangelio, nos comprometemos a seguir creciendo en la comunión fundada en el Bautismo, mientras intentamos quitar los obstáculos restantes que nos impiden alcanzar la plena unidad. Cristo desea que seamos uno, para que el mundo crea (cf. Jn 17,21).

Muchos miembros de nuestras comunidades anhelan recibir la Eucaristía en una mesa, como expresión concreta de la unidad plena. Sentimos el dolor de los que comparten su vida entera, pero no pueden compartir la presencia redentora de Dios en la mesa de la Eucaristía. Reconocemos nuestra conjunta responsabilidad pastoral para responder al hambre y sed espiritual de nuestro pueblo con el fin de ser uno en Cristo. Anhelamos que sea sanada esta herida en el Cuerpo de Cristo. Este es el propósito de nuestros esfuerzos ecuménicos, que deseamos que progresen, también con la renovación de nuestro compromiso en el diálogo teológico.

Pedimos a Dios que Católicos y Luteranos sean capaces de testimoniar juntos el Evangelio de Jesucristo, invitando a la humanidad a escuchar y recibir la buena noticia de la acción redentora de Dios. Pedimos a Dios inspiración, impulso y fortaleza para que podamos seguir juntos en el servicio, defendiendo los derechos humanos y la dignidad, especialmente la de los pobres, trabajando por la justicia y rechazando toda forma de violencia. Dios nos convoca para estar cerca de todos los que anhelan dignidad, justicia, paz y reconciliación. Hoy, en particular, elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo, que afecta a muchos países y comunidades, y a innumerables hermanos y hermanas en Cristo. Nosotros, Luteranos y Católicos, instamos a trabajar conjuntamente para acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a huir a causa de la guerra y la persecución, y para defender los derechos de los refugiados y de los que buscan asilo.

Hoy más que nunca, comprendemos que nuestro servicio conjunto en este mundo debe extenderse a la creación de Dios, que sufre explotación y los efectos de la codicia insaciable. Reconocemos el derecho de las generaciones futuras a gozar de lo creado por Dios con todo su potencial y belleza. Rogamos por un cambio de corazón y mente que conduzca a una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación.

Uno en Cristo

En esta ocasión propicia, manifestamos nuestra gratitud a nuestros hermanos y hermanas, representantes de las diferentes Comunidades y Asociaciones Cristianas Mundiales, que están presentes y quienes se unen a nosotros en oración. Al comprometernos de nuevo a pasar del conflicto a la comunión, lo hacemos como parte del único Cuerpo de Cristo, en el que estamos incorporados por el Bautismo. Invitamos a nuestros interlocutores ecuménicos para que nos recuerden nuestros compromisos y para animarnos. Les pedimos que sigan rezando por nosotros, que caminen con nosotros, que nos sostengan viviendo los compromisos de oración que manifestamos hoy.

Exhortación a los Católicos y Luteranos del mundo entero

Exhortamos a todas las comunidades y parroquias Luteranas y Católicas a que sean valientes, creativas, alegres y que tengan esperanza en su compromiso para continuar el gran itinerario que tenemos ante nosotros. En vez de los conflictos del pasado, el don de Dios de la unidad entre nosotros guiará la cooperación y hará más profunda nuestra solidaridad.  Nosotros, Católicos y Luteranos, acercándonos en la fe a Cristo, rezando juntos, escuchándonos unos a otros, y viviendo el amor de Cristo en nuestras relaciones, nos abrimos al poder de Dios Trino. Fundados en Cristo y dando testimonio de él, renovamos nuestra determinación para ser fieles heraldos del amor infinito de Dios para toda la humanidad.

(RC-RV)

 

 


La experiencia espiritual de Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios, el Papa en Catedral Luterana de Lund

(jesuita Guillermo Ortiz – RADIO VATICANA).- Desde la realidad del corazón de Cristo en el Evangelio, poco antes de su entrega definitiva en la cruz, y afirmando que ahí “podemos sentir sus latidos de amor por nosotros y su deseo de unidad para todos los que creen en él”, Francisco expresó el 31 de octubre, en la Oración Ecuménica: “queremos manifestar nuestro deseo común de permanecer unidos a él para tener vida”. Y rezó: “Señor, ayúdanos con tu gracia a estar más unidos a ti para dar juntos un testimonio más eficaz de fe, esperanza y caridad”.

En su alocución el Obispo de Roma dijo que Católicos y Luteranos han  empezado a caminar juntos por el camino de la reconciliación y reconoció que “nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente”. Y afirmó que “la experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. ‘¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?’. Esta es la pregunta que perseguía constantemente a Lutero. En efecto, la cuestión de la justa relación con Dios es la cuestión decisiva de la vida. Como se sabe, Lutero encontró a ese Dios misericordioso en la Buena Nueva de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado. Con el concepto de ‘sólo por la gracia divina’, se nos recuerda que Dios tiene siempre la iniciativa y que precede cualquier respuesta humana, al mismo tiempo que busca suscitar esa respuesta. La doctrina de la justificación, por tanto, expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios”.

El Papa continuó explicando la importancia del testimonio cristiano de unidad. Dijo que “Jesús intercede por nosotros como mediador ante el Padre, y le pide por la unidad de sus discípulos ‘para que el mundo crea’ (Jn. 17,21). Esto es lo que nos conforta, y nos mueve a unirnos a Jesús para pedirlo con insistencia: ‘Danos el don de la unidad para que el mundo crea en el poder de tu misericordia’. Este es el testimonio que el mundo está esperando de nosotros. Los cristianos seremos testimonio creíble de la misericordia en la medida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona. Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe cristiana es incompleta”. @jesuitaGuillo

Texto y audio completo de las palabras de Papa Francisco en la Catedral de Lund

«Permaneced en mí, y yo en vosotros» (Jn 15,4). Estas palabras, pronunciadas por Jesús en el contexto de la Última Cena, nos permiten asomarnos al corazón de Cristo poco antes de su entrega definitiva en la cruz. Podemos sentir sus latidos de amor por nosotros y su deseo de unidad para todos los que creen en él. Nos dice que él es la vid verdadera y nosotros los sarmientos; y que, como él está unido al Padre, así nosotros debemos estar unidos a él, si queremos dar fruto.

En este encuentro de oración, aquí en Lund, queremos manifestar nuestro deseo común de permanecer unidos a él para tener vida. Le pedimos: «Señor, ayúdanos con tu gracia a estar más unidos a ti para dar juntos un testimonio más eficaz de fe, esperanza y caridad». Es también un momento para dar gracias a Dios por el esfuerzo de tantos hermanos nuestros, de diferentes comunidades eclesiales, que no se resignaron a la división, sino que mantuvieron viva la esperanza de la reconciliación entre todos los que creen en el único Señor.

Católicos y luteranos hemos empezado a caminar juntos por el camino de la reconciliación. Ahora, en el contexto de la conmemoración común de la Reforma de 1517, tenemos una nueva oportunidad para acoger un camino común, que ha ido conformándose durante los últimos 50 años en el diálogo ecuménico entre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica. No podemos resignarnos a la división y al distanciamiento que la separación ha producido entre nosotros. Tenemos la oportunidad de reparar un momento crucial de nuestra historia, superando controversias y malentendidos que a menudo han impedido que nos comprendiéramos unos a otros.

Jesús nos dice que el Padre es el dueño de la vid (cf. v. 1), que la cuida y la poda para que dé más fruto (cf. v. 2). El Padre se preocupa constantemente de nuestra relación con Jesús, para ver si estamos verdaderamente unidos a él (cf. v. 4). Nos mira, y su mirada de amor nos anima a purificar nuestro pasado y a trabajar en el presente para hacer realidad ese futuro de unidad que tanto anhela.

También nosotros debemos mirar con amor y honestidad a nuestro pasado y reconocer el error y pedir perdón: solamente Dios es el juez. Se tiene que reconocer con la misma honestidad y amor que nuestra división se alejaba de la intuición originaria del pueblo de Dios, que anhela naturalmente estar unido, y ha sido perpetuada históricamente por hombres de poder de este mundo más que por la voluntad del pueblo fiel, que siempre y en todo lugar necesita estar guiado con seguridad y ternura por su Buen Pastor. Sin embargo, había una voluntad sincera por ambas partes de profesar y defender la verdadera fe, pero también somos conscientes que nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente. El Papa Juan Pablo II decía: «No podemos dejarnos guiar por el deseo de erigirnos en jueces de la historia, sino únicamente por el de comprender mejor los acontecimientos y llegar a ser portadores de la verdad» (Mensaje al cardenal Johannes Willebrands, Presidente del Secretariado para la Unidad de los cristianos, 31 octubre 1983). Dios es el dueño de la viña, que con amor inmenso la cuida y protege; dejémonos conmover por la mirada de Dios; lo único que desea es que permanezcamos como sarmientos vivos unidos a su Hijo Jesús. Con esta nueva mirada al pasado no pretendemos realizar una inviable corrección de lo que pasó, sino «contar esa historia de manera diferente» (COMISIÓN LUTERANO-CATÓLICO ROMANA SOBRE LA UNIDAD, Del conflicto a la comunión, 17 junio 2013, 16).

Jesús nos recuerda: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Él es quien nos sostiene y nos anima a buscar los modos para que la unidad sea una realidad cada vez más evidente. Sin duda la separación ha sido una fuente inmensa de sufrimientos e incomprensiones; pero también nos ha llevado a caer sinceramente en la cuenta de que sin él no podemos hacer nada, dándonos la posibilidad de entender mejor algunos aspectos de nuestra fe. Con gratitud reconocemos que la Reforma ha contribuido a dar mayor centralidad a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. A través de la escucha común de la Palabra de Dios en las Escrituras, el diálogo entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial, del que celebramos el 50 aniversario, ha dado pasos importantes. Pidamos al Señor que su Palabra nos mantenga unidos, porque ella es fuente de alimento y vida; sin su inspiración no podemos hacer nada.

La experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. «¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?». Esta es la pregunta que perseguía constantemente a Lutero. En efecto, la cuestión de la justa relación con Dios es la cuestión decisiva de la vida. Como se sabe, Lutero encontró a ese Dios misericordioso en la Buena Nueva de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado. Con el concepto de «sólo por la gracia divina», se nos recuerda que Dios tiene siempre la iniciativa y que precede cualquier respuesta humana, al mismo tiempo que busca suscitar esa respuesta. La doctrina de la justificación, por tanto, expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios.

Jesús intercede por nosotros como mediador ante el Padre, y le pide por la unidad de sus discípulos «para que el mundo crea» (Jn 17,21). Esto es lo que nos conforta, y nos mueve a unirnos a Jesús para pedirlo con insistencia: «Danos el don de la unidad para que el mundo crea en el poder de tu misericordia». Este es el testimonio que el mundo está esperando de nosotros. Los cristianos seremos testimonio creíble de la misericordia en la medida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona. Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe cristiana es incompleta.

Luteranos y católicos rezamos juntos en esta Catedral y somos conscientes de que sin Dios no podemos hacer nada; pedimos su auxilio para que seamos miembros vivos unidos a él, siempre necesitados de su gracia para poder llevar juntos su Palabra al mundo, que está necesitado de su ternura y su misericordia.


La experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios, el Papa en Catedral Luterana de Lund

(jesuita Guillermo Ortiz – RADIO VATICANA).- Desde la realidad del corazón de Cristo en el Evangelio, poco antes de su entrega definitiva en la cruz, y afirmando que ahí “podemos sentir sus latidos de amor por nosotros y su deseo de unidad para todos los que creen en él”, Francisco expresó el 31 de octubre, en la Oración Ecuménica: “queremos manifestar nuestro deseo común de permanecer unidos a él para tener vida”. Y rezó: “Señor, ayúdanos con tu gracia a estar más unidos a ti para dar juntos un testimonio más eficaz de fe, esperanza y caridad”.

En su alocución el Obispo de Roma dijo que Católicos y Luteranos han  empezado a caminar juntos por el camino de la reconciliación y reconoció que “nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente”. Y afirmó que “la experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. ‘¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?’. Esta es la pregunta que perseguía constantemente a Lutero. En efecto, la cuestión de la justa relación con Dios es la cuestión decisiva de la vida. Como se sabe, Lutero encontró a ese Dios misericordioso en la Buena Nueva de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado. Con el concepto de ‘sólo por la gracia divina’, se nos recuerda que Dios tiene siempre la iniciativa y que precede cualquier respuesta humana, al mismo tiempo que busca suscitar esa respuesta. La doctrina de la justificación, por tanto, expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios”.

El Papa continuó explicando la importancia del testimonio cristiano de unidad. Dijo que “Jesús intercede por nosotros como mediador ante el Padre, y le pide por la unidad de sus discípulos ‘para que el mundo crea’ (Jn. 17,21). Esto es lo que nos conforta, y nos mueve a unirnos a Jesús para pedirlo con insistencia: ‘Danos el don de la unidad para que el mundo crea en el poder de tu misericordia’. Este es el testimonio que el mundo está esperando de nosotros. Los cristianos seremos testimonio creíble de la misericordia en la medida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona. Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe cristiana es incompleta”. @jesuitaGuillo

Texto y audio completo de las palabras de Papa Francisco en la Catedral de Lund

«Permaneced en mí, y yo en vosotros» (Jn 15,4). Estas palabras, pronunciadas por Jesús en el contexto de la Última Cena, nos permiten asomarnos al corazón de Cristo poco antes de su entrega definitiva en la cruz. Podemos sentir sus latidos de amor por nosotros y su deseo de unidad para todos los que creen en él. Nos dice que él es la vid verdadera y nosotros los sarmientos; y que, como él está unido al Padre, así nosotros debemos estar unidos a él, si queremos dar fruto.

En este encuentro de oración, aquí en Lund, queremos manifestar nuestro deseo común de permanecer unidos a él para tener vida. Le pedimos: «Señor, ayúdanos con tu gracia a estar más unidos a ti para dar juntos un testimonio más eficaz de fe, esperanza y caridad». Es también un momento para dar gracias a Dios por el esfuerzo de tantos hermanos nuestros, de diferentes comunidades eclesiales, que no se resignaron a la división, sino que mantuvieron viva la esperanza de la reconciliación entre todos los que creen en el único Señor.

Católicos y luteranos hemos empezado a caminar juntos por el camino de la reconciliación. Ahora, en el contexto de la conmemoración común de la Reforma de 1517, tenemos una nueva oportunidad para acoger un camino común, que ha ido conformándose durante los últimos 50 años en el diálogo ecuménico entre la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica. No podemos resignarnos a la división y al distanciamiento que la separación ha producido entre nosotros. Tenemos la oportunidad de reparar un momento crucial de nuestra historia, superando controversias y malentendidos que a menudo han impedido que nos comprendiéramos unos a otros.

Jesús nos dice que el Padre es el dueño de la vid (cf. v. 1), que la cuida y la poda para que dé más fruto (cf. v. 2). El Padre se preocupa constantemente de nuestra relación con Jesús, para ver si estamos verdaderamente unidos a él (cf. v. 4). Nos mira, y su mirada de amor nos anima a purificar nuestro pasado y a trabajar en el presente para hacer realidad ese futuro de unidad que tanto anhela.

También nosotros debemos mirar con amor y honestidad a nuestro pasado y reconocer el error y pedir perdón: solamente Dios es el juez. Se tiene que reconocer con la misma honestidad y amor que nuestra división se alejaba de la intuición originaria del pueblo de Dios, que anhela naturalmente estar unido, y ha sido perpetuada históricamente por hombres de poder de este mundo más que por la voluntad del pueblo fiel, que siempre y en todo lugar necesita estar guiado con seguridad y ternura por su Buen Pastor. Sin embargo, había una voluntad sincera por ambas partes de profesar y defender la verdadera fe, pero también somos conscientes que nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente. El Papa Juan Pablo II decía: «No podemos dejarnos guiar por el deseo de erigirnos en jueces de la historia, sino únicamente por el de comprender mejor los acontecimientos y llegar a ser portadores de la verdad» (Mensaje al cardenal Johannes Willebrands, Presidente del Secretariado para la Unidad de los cristianos, 31 octubre 1983). Dios es el dueño de la viña, que con amor inmenso la cuida y protege; dejémonos conmover por la mirada de Dios; lo único que desea es que permanezcamos como sarmientos vivos unidos a su Hijo Jesús. Con esta nueva mirada al pasado no pretendemos realizar una inviable corrección de lo que pasó, sino «contar esa historia de manera diferente» (COMISIÓN LUTERANO-CATÓLICO ROMANA SOBRE LA UNIDAD, Del conflicto a la comunión, 17 junio 2013, 16).

Jesús nos recuerda: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Él es quien nos sostiene y nos anima a buscar los modos para que la unidad sea una realidad cada vez más evidente. Sin duda la separación ha sido una fuente inmensa de sufrimientos e incomprensiones; pero también nos ha llevado a caer sinceramente en la cuenta de que sin él no podemos hacer nada, dándonos la posibilidad de entender mejor algunos aspectos de nuestra fe. Con gratitud reconocemos que la Reforma ha contribuido a dar mayor centralidad a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia. A través de la escucha común de la Palabra de Dios en las Escrituras, el diálogo entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial, del que celebramos el 50 aniversario, ha dado pasos importantes. Pidamos al Señor que su Palabra nos mantenga unidos, porque ella es fuente de alimento y vida; sin su inspiración no podemos hacer nada.

La experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. «¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?». Esta es la pregunta que perseguía constantemente a Lutero. En efecto, la cuestión de la justa relación con Dios es la cuestión decisiva de la vida. Como se sabe, Lutero encontró a ese Dios misericordioso en la Buena Nueva de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado. Con el concepto de «sólo por la gracia divina», se nos recuerda que Dios tiene siempre la iniciativa y que precede cualquier respuesta humana, al mismo tiempo que busca suscitar esa respuesta. La doctrina de la justificación, por tanto, expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios.

Jesús intercede por nosotros como mediador ante el Padre, y le pide por la unidad de sus discípulos «para que el mundo crea» (Jn 17,21). Esto es lo que nos conforta, y nos mueve a unirnos a Jesús para pedirlo con insistencia: «Danos el don de la unidad para que el mundo crea en el poder de tu misericordia». Este es el testimonio que el mundo está esperando de nosotros. Los cristianos seremos testimonio creíble de la misericordia en la medida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia cotidiana entre nosotros. Juntos podemos anunciar y manifestar de manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo la dignidad de cada persona. Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe cristiana es incompleta.

Luteranos y católicos rezamos juntos en esta Catedral y somos conscientes de que sin Dios no podemos hacer nada; pedimos su auxilio para que seamos miembros vivos unidos a él, siempre necesitados de su gracia para poder llevar juntos su Palabra al mundo, que está necesitado de su ternura y su misericordia.


Cariño y entusiasmo de la Misión de habla hispana de la Iglesia católica en Suecia por la llegada del Papa

(RV).- Para acompañar al Papa Francisco en su viaje a Suecia ha llegado también desde Estocolmo a Lund y Malmö, Mons. Andrés Bernar Borda, Rector de la Misión hispanohablante en la capital sueca. Nos habla sobre cómo recibieron la llegada del Papa

La diócesis católica de Estocolmo abarca toda Suecia con sus 44 parroquias, desde Escania en el sur, hasta el círculo polar ártico, en el norte. Los católicos registrados en esta nación escandinava son el 1,15% de la población, 115 mil, número que llega a 150 mil, si se suman los que no están registrados oficialmente. La mayoría son inmigrantes o descendientes de inmigrantes.

Entre las prioridades que afronta, está la atención a los refugiados y a los emigrantes, que así como en los años 80, llegaban desde América Latina, ahora llegan desde Oriente Medio, Siria, Irak, El Líbano

Una Iglesia verdaderamente universal y multicultural: una de las peculiares características de la Iglesia católica en Suecia es que está integrada por 80 nacionalidades por lo que el cuidado pastoral se desarrolla en muchos idiomas y no podía faltar la atención pastoral a los católicos de habla hispana.

El idioma es uno, las realidades que atiende son diversas. La Misión hispanohablante de la Iglesia católica en Suecia, lleva más de 60 años prestando un servicio pastoral, evangelizador,  humanitario y social. Es una atención integral, gracias también a la Red de Caritas.

Y no falta el diálogo ecuménico.

Con el Papa Francisco en Suecia, Cecilia de Malak – Radio Vaticano


Como dice el Papa Francisco, somos mejores cuando estamos juntos. Entrevista a Christian Chavarría

(RV).-En Lund, pudimos conversar con Christian Chavarría Ayala, autor de la Cruz Salvadoreña, que es el logo de la Conmemoración conjunta luterano-católica de la Reforma. Nos cuenta que es para él un gran honor, haber sido elegido para presentar este momento histórico a través de su pintura. Cómo se inspiró, el significado de representar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, las manos divinas que sostienen el mundo, cuidando el planeta.

Dios nos invita a todos, sin distinción alguna de raza o estado social a ser parte del banquete

La obra de Christian Chavarría Ayala cuenta su fe y su camino de esperanza. Su vivencia de hambre, dolor y sufrimiento, desde niño cuando a los cuatro años vio cómo asesinaron a sus hermanos y amigos, en el terrible conflicto en El Salvador. Él mismo fue golpeado, hasta que lo dejaron creyendo que estaba muerto.

“Mi niñez quedó perdida en algún lugar de El Salvador, pero jamás mi fe”

No tuve niñez, fui obligado a madurar ante tanta violencia… Christian nos contó luego cómo poco a poco, también con la ayuda de su mamá, fue creciendo en la fe y conociendo el amor de Dios.

Vivió también como refugiado en Suecia, para después volver a El Salvador.

Nos dijo también que la pintura le sirvió para crecer en la fe y como terapia y la inmensa consolación que recibió al saber que una de sus cruces fue regalada al Papa Francisco, por el Presidente de la Federación Luterana Mundial, en una audiencia general en 2013.

Desde Suecia, con el Papa Francisco, Cecilia de Malak, Radio Vaticano


El Papa visita a los reyes de Suecia en el Palacio Real de Lund

(RV).- El rey Carlos XVI Gustavo de Suecia recibió al Papa Francisco junto con su mujer la reina Silvia en el Palacio Real de Lund en un encuentro privado sobre las 13.30 horas de la primera jornada de este décimo séptimo viaje apostólico. Después de 40 minutos más o menos se dirigieron juntos a la catedral de Lund.

El Papa regaló a los reyes un grabado calcográfico relacionado con el Año Santo de la Misericordia, diseñada por Pierluigi Isola y traducida gráficamente por Patrizio Di Sciullo, donde se ven las “siete iglesias romanas”, símbolo de meta de la devoción jubilar, y en la parte baja está representados alegóricamente las obras de misericordia.

Recordamos que el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia nació y fue bautizado en 1946 en el Catillo de Haga. Heredó el trono cuando tenía tan sólo 4 años de edad, ya que su padre había muerto anteriormente en un accidente aéreo. Es jefe de Estado desde que tiene 27 años, en 1973. Está casado con la reina Silvia desde 1976 con quien tiene tres hijos: la heredera al trono, la princesa Victoria, el príncipe Carlos Felipe y la princesa Magdalena.

(MZ-RV)


“Permanezcan en mí” pide Jesús a sus discípulos y Francisco busca audazmente el encuentro con viaje a conmemoración luterana

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El 31 de octubre de 1517 Martín Lutero, fraile Agustino, publicó sus tesis sobre la Reforma. La conmemoración de los 500 años de la Reforma protestante ofrece la ocasión ecuménica de celebrarla juntos, si se considera que el mismo evento conjunto indica ya que en los 50 años de diálogo ecuménico se han dado pasos tan importantes como para permitir el vuelo audaz del Papa a Suecia el 31 de octubre de 2016.

La invitación de la Federación Luterana Mundial a conmemorar juntos el evento, hacen que un Papa que entiende que los gestos son tan importantes para la unidad y la comunión como la discusión teológica, no se eche atrás, y que dé al mundo un fuerte testimonio de la necesidad de trabajar intensamente por la cultura del encuentro, del diálogo, en la construcción de la unidad, la comunión y la paz.

La conmemoración conjunta es fruto del trabajo, del esfuerzo perseverante de tantos hombres y mujeres de buena voluntad tanto católicos como luteranos, que no se resignan a la división y que buscan ser fieles al mandamiento de Jesús: “Permanezcan en mí”.

El encuentro con recíprocos pedidos de perdón por las heridas provocadas, el Credo rezado juntos, la oración común, el compromiso para la acción conjunta sobre todo de obras de misericordia, más la declaración común, abren una página nueva en la relación ecuménica de católicos y luteranos.