martes, 21 de marzo de 2017

La mujer queda impresionada por el gran respeto que Jesús tiene por ella, dijo el Papa

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

El pozo de agua profundo en el desierto y el recipiente para sacar el agua, sirven a Jesús, en el Evangelio, para ilustrar que hay otra agua posible y que esta agua distinta sacia para siempre.

La mujer sencilla está cansada de ir y venir al único pozo a buscar agua, pero además dijo Francisco el 19 de marzo, que “la sed de afecto de esta mujer y de vida plena no ha sido apagada por los cinco maridos que ha tenido, es más, ha experimentado desilusiones y engaños. Por eso la mujer queda impresionada por el gran respeto que Jesús tiene por ella”. Y a esta mujer que tenía una vida así desordenada le confiesa –“cosa rarísima en Jesús”, dijo el Papa-, que Él Mesías.

En plena Cuaresma el Papa dijo que “el agua que da la vida eterna ha sido derramada en nuestros corazones en el día de nuestro Bautismo; cuando Dios nos ha transformado y llenado de su gracia. Pero puede darse –explicó- que este gran don lo hayamos olvidado… y quizás vamos a la búsqueda de “pozos” cuyas aguas no nos sacian la sed. Cuando olvidamos la verdadera agua, vamos a la búsqueda de pozos que no tienen agua limpia.”

El sucesor de Pedro afirmó que la Cuaresma es la ocasión buena para acercarnos a Jesús…, hablar con él, escucharlo; es la ocasión buena para ver su rostro también en el rostro de un hermano o de una hermana sufriente. De este modo –dijo- podemos renovar en nosotros la gracia del Bautismo, refrescarnos en la fuente de la Palabra de Dios y de su Santo Espíritu”. jesuita Guillo

 


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