jueves, 19 de enero de 2017

Parece inútil, pero hay una fuerza espiritual que la gente quiere comunicar a los que sufren en tantas zonas de guerra o de tragedia

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

No es solidaridad, porque no se trata de la ayuda material urgente que llega oportuna a salvar una vida o a aliviar una situación extrema. Se trata de una masa invisible de gente silenciosa que está ahí; que sabe que otro está sufriendo y lo siente, aunque el otro sea totalmente desconocido y lejano. Es un sentimiento. Lo sienten porque se trata de otro ser humano que sufre y nada más. Es decir que, la indiferencia puede ser común pero no es lo normal.

Yo lo relacionaría con el sentir popular, con el ser pueblo, comunidad. Los que pertenecen al pueblo, no se miran a sí mismos o a su diminuta trinidad familiar, sino que están atentos a lo que le pasa al otro y son felices compartiendo las alegrías y las penas de todos. Son gente de corazón abierto y también herido. Pero para ellos el otro existe y el otro puede que sufra más ahora.

Hay algo humano básico ahí, que quizá sea lo que sostiene el mundo silenciosamente, junto con Dios, aunque entre ellos hay muchos que no creen.

Pero lo cierto es que hay tantos que harían lo imposible para ayudar. Y que a la distancia dan su fuerza espiritual. Creo que aunque a muchos les parezca inútil este “sentimiento”, hay que valorarlo, ponderarlo, enriquecerlo, porque es algo bueno. Hace la diferencie entre estar solo o acompañado en la lucha y en los sufrimientos. Esto que digo es nuestra propia experiencia en las Redes Sociales de Reflexiones en Frontera y Radio Vaticana. Nuestros amigos expresan esta cercanía espiritual, este ruego intenso, este pensamiento, este sentimiento; esta actitud hacia el otro, por la que empieza eso que nos pide Francisco desde el inicio: “salir de la auto-referencialidad”.


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